Con ímprobo esfuerzo, llevó a cabo su
venganza. Descontento con mi tajante opinión a cerca del ganador al que yo
había adjudicado el premio, embaucó a mi amiga. Esta, accedió a hacer de correveidile para
convencerme de mi fallida elección. Ahí, empezaron mis innumerables riñas y
discusiones, que ocasionaron el fin de
nuestra amistad.
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