La ruidosa replica del rey, requería con una rabieta la rebaja
de la reclusión al reconquistador. Con resignación, recibió represalias, no reparó
en el reiterado ruego. Así, recogieron
el rázago y se recudieron a su rafal.
El rey, Raimundo Rosselló Ramírez, recorriendo la recámara
con rabia, recusaba el raciocinio y, refugiándose
en un rincón, revisó rápidamente la raíz de la riña.
Reconfortantes recuerdos retenía el roce
de razón, mientras recibía con receso su repulsa.
Revisando el reglamento redactado en la reconstitución, con reciedumbre
reclamaba una rebelión.